Friday, September 14, 2012

Nuevo diseno textil 2011 (en español y en inglés)



Para citar a Alejandro de Ávila B., curador del exposiciones en el Museo Textil de Oaxaca.


Zenaida Pérez Mendoza es una tejedora magistral de Pinotepa de Don Luis, en la costa de Oaxaca.  Zenaida habla tu un savi que podemos traducir como palabra de la lluvia sagrada.  En español designamos a su lengua y a su pueblo como mixtecos, termino derivado del náhuatl mixtecah, gente de los nubes. El año pasado de 2010, Zenaida tejió tres lienzos para un huipil que le encargó Remigio Mestas Revilla, apasionada promotor del arte textil de Oaxaca.  Zenaida tejió esta vez el tipo más fino de huipil, usado antiguamente por una mujer el día que se casaba y guardado por ella con cuidado toda su vida para ser enterrada en él cuando moría. Olga González Pérez, hija de Zenaida, ha seguido los pasos de su madre. Ahora teje lienzos aun más delicados, casi transparentes, donde los diseños, blancos parecen flotar en el aire.  No es probable que Olga vista un huipil para su boda porque, a diferencia de su madre, ella no usa el posahuanque, la falda de enredo de las mujeres mixtecas de la costa. Huipil y posahuanque  son íconos de la identidad indígena, y la juventud de Don Luis ya no quiere ser discriminada por su herencia cultural. Pero de manera paralela y contradictoria, la habilidad de Olga y de Zenaida como tejedoras se ha refinada conforme sus lienzos son reconocidos en el ámbito urbano como arte a secas, sin el calificativo "popular".  Nos parece poéticamente justo que la gente de las nubes siga distinguiendose por obras tan etéreas.


Esta exposición muestra el trabajo de Olga y otras artistas destacadas del telar y la aguja hoy día. Se trata en todos los casos de piezas especiales, hechas por encargo para ser vendidas y admiradas fuera de su comunidad de origen.  Los lienzos tejidos en Don Luis ejemplifican esta tendencia innovadora: Remigio le proporcionó a Olga hilo de algodón egipcio para las diseños brocados. Varias otras piezas aquí expuestas fueron hechas de igual manera con hilaturas industriales de alta calidad, que no se consiguen en el mercado nacional.  Muchas de los tejidos que presentamos combinan esos materiales importados con hilados manuales de seda y algodón teñidos con los colorantes más apreciados de Oaxaca y de México: la grana del nopal, el caracol púrpura y el añil vegetal. Si bien los tintes por sí mismos nos remiten al pasado mesoamericano, las tonalidades puras logradas para esta muestra son sutilmente distintas de las piezas antiguas. Más aun, las combinaciones cromáticas son en muchas casos radicalmente diferentes de los huipiles y enredos que vistieron las abuelas de estas artistas, pero manifiestan un sentido del color tan rico y consumado como los mejores tejidos clásicos de Oaxaca.



Podemos apreciar ese mismo patrón de innovaciones harmoniosas si examinamos el diseño de las piezas expuestas. Olga y sus companeras de generación han retomado las figuras tradicionales, recreandolas con ajustes de escala y densidad para lograr composiciones novedosas. En algunos casos han ideado una iconografía enteramente distinta, que sin romper con los cánones formales del diseño indígena, como la simetría bilateral y bifacial del las prendas,plasma nuevas ritmos visuales. Abren de esa manera nuestra percepción a un impulso creativo que rebasa las expectativas del arte popular mexicano convencional. De repente advertimos en algunas piezas semejanzas con ciertos textiles africanos, mientras que otras nos evocan el art deco o la gráfica op-art de los años 1960. Esas impresiones, sin embargo, son engañosas. No estamos asistiendo a una hibridación plástica transcultural, ni mucho  menos. Las tejedoras y bordadoras simplemente han iniciado nuevas exploraciones dentro de las posibilidades que les ofrecen los materiales, las técnicas y los formatos tradicionales. Si la muestra nos sorprende es por la creatividad liberada cuando las artistas comunitarias son motivadas y retribuidas de manera digna.

Para ver más fotos por favor vaya a mi álbum web de Picasa.





To quote Alejandro de Ávila B., curator of exhibits at the Museo Textil de Oaxaca.

Zenaida Perez Mendoza is a master weaver of Pinotepa de Don Luis, on the coast of Oaxaca. In Spanish we designate her language and her people as Mixtec, a term derived from Nahuatl mixtecah, people of the clouds. Last year, 2010, Zenaida wove three linen cloths for a blouse that was ordered by Remigio Mestas Revilla, passionate promoter of Oaxaca textile art. This time, Zenaida wove the finest type of huipil, used by a woman on her wedding day and carefully saved by her all her life in order to be buried in it when she died. Olga Gonzalez Perez, Zenaida’s daughter, has followed in the footsteps of her mother. Now even more delicate woven linen, almost transparent, where white designs seem to float in the air. Olga is not likely to wear a blouse for her wedding because, unlike her mother, she does not use the posahuanque, the gathered skirt of Mixtec women from the coast.  Huipil and posahuanque are icons of indigenous identity, and the youth of Don Luis do not want to be discriminated by their cultural heritage. But in parallel and contradictory, the ability of Olga and of Zenaida, how weavers have refined in accordance with their linens as his paintings are recognized in urban areas as art itself, without the adjective "popular".  It seems poetic that people who follow the clouds are distinguished by works so ethereal.

This exhibition showcases the work of Olga and other outstanding artists of the loom and needle today. These are all special pieces, made ​​to order, to be sold and admired outside their home community. The linen fabrics in Don Luis exemplify this innovative trend: Remigio provided Olga with Egyptian cotton thread for brocaded designs. Several other pieces presented here were done the same way with high quality industrial yarns, which are not available in the domestic market. Many of the fabrics we present combine these materials imported handspun silk and cotton yarn dyed colors most cherished of Oaxaca and Mexico: cochineal, purple from snails and the indigo plant. While the dyes themselves remind us of the Mesoamerican past, pure hues achieved for this sample are subtly different from the old pieces. Moreover, the color combinations are in many cases radically different from the huipiles and posahuanque that the grandmothers of these artists wore, but they express a sense of color so rich and accomplished as the best classic fabrics Oaxaca.



We see the same pattern of harmonious innovations by examining the design of the exhibits. Olga and her co-generation have taken up the traditional figures, recreating them with adjustments of scale and density to achieve novel compositions. In some cases they have devised an entirely different iconography, without formal breaking with the canons of indigenous design, as reciprocal and two sided symmetry of the garments, new visually flowing rhythms. In that way they open our perception to a creative impulse that exceeds the expectations of conventional Mexican folk art. Suddenly we notice some similarities with certain parts African textiles, while others evoke the art deco or graphic op-art of the 1960s. These impressions, however, are misleading. We are not witnessing a plastic cross hybridization, far from it. The weavers and embroiderers simply have initiated new exploration into the possibilities offered materials, techniques and traditional formats. If the sample is surprises us, it is for creativity released when the community artists are motivated and rewarded in a dignified manner.

For more pictures please go to my picasa web album.






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