Para citar a Alejandro de Ávila B., curador del exposiciones en el Museo Textil de Oaxaca.
Zenaida Pérez Mendoza es una tejedora magistral de Pinotepa
de Don Luis, en la costa de Oaxaca.
Zenaida habla tu un savi que podemos traducir como palabra de la lluvia
sagrada. En español designamos a
su lengua y a su pueblo como mixtecos, termino derivado del náhuatl mixtecah,
gente de los nubes. El año pasado de 2010, Zenaida tejió tres lienzos para un
huipil que le encargó Remigio Mestas Revilla, apasionada promotor del arte
textil de Oaxaca. Zenaida tejió
esta vez el tipo más fino de huipil, usado antiguamente por una mujer el día
que se casaba y guardado por ella con cuidado toda su vida para ser enterrada
en él cuando moría. Olga González Pérez, hija de Zenaida, ha seguido los pasos
de su madre. Ahora teje lienzos aun más delicados, casi transparentes, donde
los diseños, blancos parecen flotar en el aire. No es probable que Olga vista un huipil para su boda porque,
a diferencia de su madre, ella no usa el posahuanque, la falda de enredo de las
mujeres mixtecas de la costa. Huipil y posahuanque son íconos de la identidad indígena, y la juventud de Don
Luis ya no quiere ser discriminada por su herencia cultural. Pero de manera
paralela y contradictoria, la habilidad de Olga y de Zenaida como tejedoras se
ha refinada conforme sus lienzos son reconocidos en el ámbito urbano como arte
a secas, sin el calificativo "popular". Nos parece poéticamente justo que la gente de las nubes siga
distinguiendose por obras tan etéreas.
Esta exposición muestra el trabajo de Olga y otras artistas
destacadas del telar y la aguja hoy día. Se trata en todos los casos de piezas
especiales, hechas por encargo para ser vendidas y admiradas fuera de su
comunidad de origen. Los lienzos
tejidos en Don Luis ejemplifican esta tendencia innovadora: Remigio le
proporcionó a Olga hilo de algodón egipcio para las diseños brocados. Varias
otras piezas aquí expuestas fueron hechas de igual manera con hilaturas
industriales de alta calidad, que no se consiguen en el mercado nacional. Muchas de los tejidos que presentamos
combinan esos materiales importados con hilados manuales de seda y algodón
teñidos con los colorantes más apreciados de Oaxaca y de México: la grana del
nopal, el caracol púrpura y el añil vegetal. Si bien los tintes por sí mismos
nos remiten al pasado mesoamericano, las tonalidades puras logradas para esta
muestra son sutilmente distintas de las piezas antiguas. Más aun, las
combinaciones cromáticas son en muchas casos radicalmente diferentes de los
huipiles y enredos que vistieron las abuelas de estas artistas, pero
manifiestan un sentido del color tan rico y consumado como los mejores tejidos
clásicos de Oaxaca.
Podemos apreciar ese mismo patrón de innovaciones harmoniosas
si examinamos el diseño de las piezas expuestas. Olga y sus companeras de
generación han retomado las figuras tradicionales, recreandolas con ajustes de
escala y densidad para lograr composiciones novedosas. En algunos casos han
ideado una iconografía enteramente distinta, que sin romper con los cánones
formales del diseño indígena, como la simetría bilateral y bifacial del las
prendas,plasma nuevas ritmos visuales. Abren de esa manera nuestra percepción a
un impulso creativo que rebasa las expectativas del arte popular mexicano
convencional. De repente advertimos en algunas piezas semejanzas con ciertos
textiles africanos, mientras que otras nos evocan el art deco o la gráfica
op-art de los años 1960. Esas impresiones, sin embargo, son engañosas. No estamos
asistiendo a una hibridación plástica transcultural, ni mucho menos. Las tejedoras y bordadoras
simplemente han iniciado nuevas exploraciones dentro de las posibilidades que
les ofrecen los materiales, las técnicas y los formatos tradicionales. Si la
muestra nos sorprende es por la creatividad liberada cuando las artistas
comunitarias son motivadas y retribuidas de manera digna.
Para ver más fotos por favor vaya a mi álbum web de Picasa.
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To quote Alejandro de Ávila B., curator of exhibits at the
Museo Textil de Oaxaca.
Zenaida Perez Mendoza is a master weaver of Pinotepa de Don
Luis, on the coast of Oaxaca. In Spanish we designate her language and her
people as Mixtec, a term derived from Nahuatl mixtecah, people of the clouds. Last
year, 2010, Zenaida wove three linen cloths for a blouse that was ordered by
Remigio Mestas Revilla, passionate promoter of Oaxaca textile art. This time,
Zenaida wove the finest type of huipil, used by a woman on her wedding day and
carefully saved by her all her life in order to be buried in it when she died.
Olga Gonzalez Perez, Zenaida’s daughter, has followed in the footsteps of her
mother. Now even more delicate woven linen, almost transparent, where white
designs seem to float in the air. Olga is not likely to wear a blouse for her
wedding because, unlike her mother, she does not use the posahuanque, the gathered skirt of Mixtec women from the coast. Huipil and posahuanque are icons of indigenous identity, and
the youth of Don Luis do not want to be discriminated by their cultural
heritage. But in parallel and contradictory, the ability of Olga and of
Zenaida, how weavers have refined in
accordance with their linens as his paintings are recognized in urban
areas as art itself, without the adjective "popular". It seems poetic that people who follow
the clouds are distinguished by works so ethereal.
This exhibition showcases the work of Olga and other
outstanding artists of the loom and needle today. These are all special pieces,
made to order, to be sold and admired outside their home community. The linen
fabrics in Don Luis exemplify this innovative trend: Remigio provided Olga with
Egyptian cotton thread for brocaded designs. Several other pieces presented
here were done the same way with high quality industrial yarns, which are not
available in the domestic market. Many of the fabrics we present combine these
materials imported handspun silk and cotton yarn dyed colors most cherished of
Oaxaca and Mexico: cochineal, purple from snails and the indigo plant. While
the dyes themselves remind us of the Mesoamerican past, pure hues achieved for
this sample are subtly different from the old pieces. Moreover, the color
combinations are in many cases radically different from the huipiles and
posahuanque that the grandmothers of these artists wore, but they express a
sense of color so rich and accomplished as the best classic fabrics Oaxaca.
We see the same pattern of harmonious innovations by
examining the design of the exhibits. Olga and her co-generation have taken up
the traditional figures, recreating them with adjustments of scale and density
to achieve novel compositions. In some cases they have devised an entirely
different iconography, without formal breaking with the canons of indigenous
design, as reciprocal and two sided symmetry of the garments, new visually
flowing rhythms. In that way they open our perception to a creative impulse
that exceeds the expectations of conventional Mexican folk art. Suddenly we
notice some similarities with certain parts African textiles, while others
evoke the art deco or graphic op-art of the 1960s. These impressions, however,
are misleading. We are not witnessing a plastic cross hybridization, far from
it. The weavers and embroiderers simply have initiated new exploration into the
possibilities offered materials, techniques and traditional formats. If the
sample is surprises us, it is for creativity released when the community
artists are motivated and rewarded in a dignified manner.
For more pictures please go to my picasa web album.
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